La Inquisición se dedicaba a crear métodos de tortura. Y ver cual era la herramienta que más hacía sufrir sin matar a la víctima. Por eso hoy te presento el potro de tortura.
En el siglo XIII la inquisición se dedicaba a la búsqueda de herejes para establecer el catolicismo como la única religión.
Miles y miles de personas fueron asesinadas por muchos de estos métodos empleados para hacerles confesar sus pecados. El potro de tortura fue una de las herramientas utilizadas por los inquisidores en España.
Se trataba de una tabla de madera que tenía cuerdas en sus extremos y un torno, es decir el potro.
Al acusado o acusada lo tumbaban boca arriba y le ataban las manos y los pies. Y conforme iban haciendo preguntas iban estirando de las cuerdas, que giraban en sentido contrario ya que pretendían desgarrar o desmembrar alguna extremidad.
Imagínate que vas un día por la calle tranquilamente y aparecen varios señores que te cogen y te tapan la cabeza. Te llevan a un cuarto bastante oscuro y aislado. Y tienes enfrente de ti una especie de cama en la cual no te gustaría dormir, y te tumban atándote de brazos y piernas.
Lo peor es que no sabes porqué estás allí. Ya que la inquisición te juzgaba sin decir porque, para que confesaras.
Y te empiezan a hacer preguntas.
Te empiezan a apretar las cuerdas.
Siguen estirándote cada vez más.
Y seguían haciéndote preguntas hasta que confesabas el delito o te acababan desmembrando una extremidad.
Al final acababas confesando algo que ni tu mismo sabías el porque habías sido condenado.